Poesía limpia de herrajes y arabescos.  Él dice que su Errante usa zapatillas. Y nosotros, como lectores, nos beneficiamos de esa profunda elasticidad, disfrazada de cotidiana simpleza: Cinematográficas ranuras, por donde nos observa el niño encerrado en el corazón de Pinocho; el desolador panorama del viajero de las estrellas; el incomprendido canto del pájaro de Poe; aquel payaso de quien los focos huyen, mientras recoge temblorosas palabras.  Expresión saltarina, o reflexivamente articulada, de la soledad y los fantasmas de esta juglaria, empecinadamente suya y gozosamente contemplativa.

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